«El bacilo de la peste nunca muere o
desaparece, puede permanecer dormido
durante décadas en los muebles o en las camas, aguardando
pacientemente en los dormitorios, los sótanos, los cajones, los pañuelos y los
papeles viejos, y quizás un día, solo para enseñarles a los hombres una lección
y volverlos desdichados, la peste despertará a sus ratas y las enviará a morir
en alguna ciudad feliz».
ALBERT CAMUS, LA PESTE, 1947