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martes, 5 de abril de 2016

CENTENARIO CERVANTINO-AUTORRETRATO



                                                                AUTORRETRATO

     "Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y estos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el autor de LA GALATEA y de DON QUIJOTE DE LA MANCHA, y del que hizo EL VIAJE DEL PARNASO, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas, y, quizá, sin el nombre de su dueño.

     LLámase comúnmente MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlos V, de felice memoria."

       Cervantes escribió este autorretrato en el prólogo de sus NOVELAS EJEMPLARES, publicadas en 1613, tres años antes de su muerte. Lo hace, por modestia, en una distante segunda persona, como el que habla de otro y, como gran escritor que es, en unas pocas líneas resume su vida. De forma realista y piadosamente despiadada pinta la decadencia de su aspecto físico, la vejez ingrata y el recuerdo melancólico de la lozanía de la ya lejana juventud. Con orgullo comedido hace referencia a alguna de sus obras, la fracasada GALATEA y el exitoso QUIJOTE (cuya segunda parte aún dependía de la pluma del autor). Nos declara su nombre y nos recuerda aquello que lo marcó para siempre: su vida de soldado, el cautiverio en Argel tras el regreso de Lepanto: la gloria mezclada con el fracaso, ese estar en lo más alto para caer que caracterizó la vida de Cervantes. De su participación en la batalla de Lepanto sí se siente genuinamente  orgulloso. La fea herida de su mano "él la tiene por hermosa". Como tantas veces en su obra, la desgracia se convierte en fortaleza, lo feo en hermoso, la adversidad en virtud... Cervantes nos enseña a soportar con paciencia la adversidad, a aprender de la desdicha, a enorgullecernos de lo que emprendemos con entusiasmo, aunque el precio que se pague sea alto, aunque el fracaso siempre aceche... El viejo soldado nos devolvió sus penas convertidas en palabras, transformadas en VIDA.

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contribuyentes Raquel García Blanco

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